
14 años y todavía no entendí que mentirme no es una buena idea, es nada más patear las cosas para adelante, esperando a que las acomode, no sé, el viento, Dios, o la Santa Inquisición. 14 años y todavía sigo queriendo creerme lo que digo, si digo no, es no. El problema es que digo no, y pienso sí. Ambigua, contradictoria, estúpida y negadora. Qué combo tan interesante!
Mejor me escondo atrás de la cámara de fotos, donde nadie puede verme debatir conmigo misma.